domingo, 26 de junio de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

POR LOS CAUCES CORRECTOS
La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos. Lao Tsé

Nuestro  país presenta graves problemas que tienen que ver con el abuso de poder, la corrupción, y la impunidad.  Si los estallidos sociales se representaran por llamaradas, y pudiéramos visualizarlos desde el espacio, veríamos un México en llamas. Podemos esgrimir razones económicas, sociales, partidistas, religiosas, territoriales, en fin… Tratando de hallar un común denominador a los distintos fenómenos que vienen impactando a nuestra sociedad yo me iría más a la base, a un sustrato familiar que de alguna manera ha fallado en todos los hogares, independientemente de su ubicación geográfica, su nivel académico o de ingresos, algo que finalmente no ha propiciado la consecución del bien común, dando lugar entre otras cosas a grandes tragedias, como la recién vivida hace una semana en Nochixtlán,  Oaxaca.
   Los buenos libros son como los buenos amigos, permanecen en algún rincón, y el día cuando los buscamos ahí están para acompañarnos.  Retomé la lectura de una obra de Daniel Goleman que al momento de publicarse  fue controversial, y hoy constituye parte del sistema educativo, al menos en muchas escuelas privadas de occidente.  Habla sobre la Inteligencia Emocional, el papel que ésta juega en las relaciones interpersonales, y la forma como sugiere el autor que sea explorada y desarrollada desde los niveles básicos, para favorecer el desarrollo de sociedades sensibles a  las necesidades de los demás, empáticas y  en consecuencia éticas, orientadas hacia el bien de la sociedad en su conjunto.
   El autor pone diversos ejemplos que son comunes a cualquier grupo humano.  Un niño de un año llora, y el otro hace lo mismo; está en contacto con las emociones del primero y se sintoniza en ese mismo canal.  Cuando ya es más grande trata por algún medio de consolarlo, y más delante procurará resolver el problema que lo hizo llorar.  ¡Vaya! si en Internet vemos incontables ejemplos de vida animal que muestran la solidaridad de un individuo o de un grupo por otro de su misma especie, inclusive  de especies distintas.
   ¿En qué momento se perdió la capacidad de conmovernos con lo que sucede a otros? ¿Por qué razón se impone la agresión por encima del mutuo entendimiento? Lo vemos en todos los niveles, cuando se trata de negociar un acuerdo, surge de inmediato la frustración de uno u otro lado, y la cosa se violenta.  Es un decir “si no es como yo digo, entonces ataco”.  Y ahí tenemos a gobernantes, fuerzas armadas, grupos paramilitares, gremios magisteriales, en pie de guerra, unos de formas más sucias que otros, pero finalmente lo que impera es el espíritu bélico de Ares, dios de la mitología griega que se caracterizaba por sus modos violentos e irreflexivos. Es ira explosiva dirigida contra quien se ponga enfrente, algo que por lógica jamás conducirá a resolver el problema.  Es violencia mal encauzada, activada por la frustración, porque vaya: ¿En qué ayuda a resolver un conflicto el hacer pintas en monumentos de gran valor histórico, o quemar un tráiler cargado de  jaulas de gallinas, para verlas morir achicharradas? ¿O qué arreglo se logra con disparar a mansalva  contra  un grupo de manifestantes?...
   Jamás la violencia ha sido el camino para resolver nada.  Vaya, hasta las victorias en las más grandes guerras tuvieron su planeación estratégica, baste leer a Sun Tzu.  De ningún modo estoy sugiriendo que se emprendan acciones violentas planificadas, para nada.  Lo que quiero destacar es que  esos arranques de violencia que vemos a pequeña escala en la vía pública, igual  que en los conflictos de mayor envergadura, son estériles, no van a  generar  nada de provecho para nadie.  Lo único que están logrando es mermar los ya de por sí exiguos dineros que quedan en las arcas de la nación.
Enseñar a un niño a manejar sus emociones, a canalizarlas, detectar  y resolver el problema que lo afectó.  Manejarlo en un ambiente, primero familiar y luego escolar en el que se le encauce a ser sensible frente a las necesidades de sus compañeros, y a resolver los problemas en forma grupal ayuda al desarrollo de la empatía y de la verdadera solidaridad.
   Excelente que un pequeño sepa cálculo integral o domine el chino mandarín, pero si no  es asertivo para resolver los problemas que la vida presenta, no sabrá ser feliz ni aportará mayor cosa a su grupo social.

Cuando nos convenzamos de que la violencia en las calles se gesta en el corazón de nuestros niños, ese día daremos el primer paso por la ruta más conveniente. Militarizar el país no es la solución.

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza


¿Cuánto vale tu sonrisa, niño?...
¿Cuánto hay que pagar porque la conserves, porque nunca la pierdas?
En ella se condensan los gozos milenarios de hombres y mujeres que supieron ser felices en la vida.
Ese gesto en tu rostro es la promesa de tiempos mejores, mejores de los que has vivido hasta ahora.
Nosotros, quienes te entregamos este México convulso somos responsables de que nunca la pierdas.  Que esa mazorca que ilumina tu rostro nunca se  borre de tu vida.
Con mirarte entiendo más que en los libros de grueso lomo de qué se trata ser mexicano, heredero de un patrimonio milenario y motor de un futuro prometedor, lo cual  no tengo ningún derecho a arrebatarte.
Voy a tatuarme tu sonrisa en mis pupilas, para no olvidar a dónde debo de encaminar  mis pasos.

"Te siento en mí como yo me siento en ti". Poema de Luty Molins en su propia voz.

Instrucciones para subir una escalera por Julio Cortázar

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie). 

Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

VIDEO: To se ne vrati: Mixtura de valses con música de Shostakovich

Me imagino al autor de este mix tomando un montón de escenas de vals de diversas películas, metiéndolas en un vaso mezclador que luego agita, para finalmente volcar sobre la pista aquella mixtura.   Agradable a la vista, aunque claro, quién sabe qué pensaría Shostakovich si pudiera ver este video.

Cuento oriental del blog de Arturo Mena

EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIEN ERA

Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales,... Todo era alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.
-No sé quién soy... -se lamentaba-.
-Te falta concentración... -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas manzanas buenísimas... ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas...
-No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!
   Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás, cada vez se sentía más frustrado.
   Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la desesperación del árbol exclamó:
-No te preocupes. Tu problema no es tan grave... Tu problema es el mismo que el de muchísimos seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior...
   ¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?... -se preguntaba el árbol angustiado y desesperado-.    Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos conceptos.
   Finalmente un día llego a comprender. Cerró los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su voz interior susurrándole:
   "Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada
primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien eres!, ¡sé quien eres!..."
   Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
   Solo entonces el jardín fue completamente feliz. Cada cual celebrándose a sí mismo.

Tomado del blog: http://www.terapiapsico-corporal.com/

Hermoso video: Dios está aquí.

Nunca, pero nunca, es el tiempo de rendirse. Mientras haya un hálito de vida, hay esperanza. Gracias, Guillermo por tu recomendación.