domingo, 14 de febrero de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CELEBRAR EL AMOR
Día del Amor y la Amistad, buen momento para analizar qué  tanto nos dejamos llevar por  el consumismo, o  si estamos  reforzando un amor o una amistad  que ya existe, que se cuida y riega cada día. ¿Estamos a merced de los intereses de otros, o la fecha representa una forma para festejar  un sentimiento real? Hoy más que nunca, dado el estado de cosas en nuestro país, es momento de replantearnos qué amor estamos celebrando, o mejor dicho qué amor  será necesario procurar, fomentar y apuntalar, no solamente hoy, sino cada día en lo sucesivo.  Es como tantas cosas en la vida, una cadena de minúsculos eslabones que se van concatenando uno a otro, y  son todos esos pequeños momentos, ese compartir la pan y la sal, lo que con el tiempo y la constancia forjan un amor firme y duradero.  Los caminos son la aceptación, la tolerancia, el respeto, el acompañamiento, pero sobre todo el perdón.
   El amor que tanta falta hace en el mundo es ese que en ocasiones dejamos encerrado en el pecho, por no atrevernos a correr el riesgo de  ser  vulnerables. Entonces ese  amor queda suspendido en el aire, entre el corazón de uno y  el puerto del otro, al que tanto bien podría haber hecho.
   Ese amor  de emergencia no está en las tarjetas con muñequitos, ni en los globos, las flores o los chocolates.  Claro, son excelentes modos de expresarlo, pero que no quede ahí,  en forma de artículos  de consumo que en unos cuantos días  habrán caducado.
   Necesitamos un amor incluyente,  con valentía para vencer las diferencias que a muchos paralizan.  Un amor que entienda por encima de todo, que los seres humanos tenemos un mismo origen y vamos hacia un mismo destino, y que todo lo que suceda entre uno y otro punto no nos hace diferentes, y que tratarnos como iguales significa demostrar que entendemos el juego de la vida.
   ¡Cuánta falta hace un amor bueno que sepa perdonar, primero a uno mismo en su interior para sanar lo que deba ser sanado, y luego a los demás!  Porque el perdón es la base sobre la cual se cimienta el crecimiento de toda relación humana.
   Nuestro mundo se oculta bajo el oropel, temeroso de su propia desnudez.  Se parapeta detrás  de la estridencia, para no escuchar cómo grita de dolor su silencio.  Ha perdido la fe, porque sí, hay situaciones que suceden allá afuera que nos llevan a todos a perder un poco de optimismo, pero no le concedamos a aquello el poder para destruirnos.
   Necesitamos de un amor que no se confunda y  pretenda someter.  Amar a alguien es hacerlo desde nuestra libertad a favor de su libertad, sin ataduras ni dominio de ninguna clase. Es actuar por el respeto y la dignificación de quien se ama.   Es desechar todo afán de  sometimiento  o de control, mismos que sólo dan cuenta de nuestras propias inseguridades.
   Hoy hace falta un amor que no se rija por fechas del calendario y que no se agote bajo las sábanas.  Un amor generoso e incluyente que nos permita a unos y otros ir creciendo con el apoyo de los demás, que facilite que sanen las heridas que venimos cargando, un amor tan contagioso como la gripa, para bien del mundo.
   En el instante en que dejo de tener la mirada clavada en mis propias necesidades y levanto la vista, estaré en condiciones de generar empatía,  esto es, descubrir que los demás también tienen necesidades, iguales o tal vez mayores que las mías propias.  Es a partir de  esa creación de puentes hacia los otros,  cuando podremos empezar a construir sociedades más felices y sanas.
   Cuando seguimos con la mirada clavada en lo nuestro nada más, los puentes se repliegan y el frío hace de las suyas en nuestro interior.  Entonces comenzamos a morir.
   Amar es incluso divertido.  Si comparto lo que tengo con otros  se propicia la oportunidad de hacer amigos, de intercambiar puntos de vista, y  enriquecerme.  Cuando me enquisto dentro de mi propio capullo, difícilmente hallaré la vida atractiva o divertida.
   El auténtico amor no necesita tantas cosas para demostrarse; no se trata de vaciar la cartera para expresarlo.  Si nos detenemos por un momento a mirar lo que ha sido hasta hoy nuestra propia vida, descubriremos que los momentos más felices  que atesoramos tienen poca o ninguna relación con cosas materiales.  Fue el modo como nos sentimos en ese justo momento, lo que más valor les concedió.
   Sigamos celebrando el amor como la expresión de ese hálito divino que nos infundió la vida.  Obsequiemos nuestro tiempo, nuestra escucha, nuestro reconocimiento… Al  final del día nos iremos a dormir con la cartera intacta y con el corazón pleno; desde nuestro propio pequeño espacio, habremos prendido una estrella más a la esperanza.

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo

En el par de meses que ha pasado desde que mi querido Don Jorge Villegas fuera reclamado por el cielo, dejándonos  un hueco imposible de llenar, he buscado qué poner en su espacio –la entrada No. 6 de mi blog desde su primera edición—pero nada me satisface.  Por ello me he fijado una meta, por un tiempo me volveré aprendiz de la maravillosa  concisión del maestro Villegas, eso sí, la más torpe de los aprendices, pues a mí me  acomete  la profusión de palabras cada vez que leo la vida y me da por compartirla.  Pero, como con otros menesteres del oficio de escribir, me he propuesto disciplinarme, y atrapar en textos breves --viñetas--  esas estampas que   se me quedan prendidas a los sentidos cuando voy por la calle,  el mejor escenario para ver la vida de un modo genuino.  Va la primera, pequeñita y atípica  esta vez, porque ya me desbordé en explicaciones.

Hay que ser un poco locos,  cantar aunque vaya uno  solo,   sonreír a otros aunque no te correspondan, y dar el paso,  aun cuando  fuera tu turno para  hacerlo, algo que no te quita nada  y mucho bien hace para el imaginario emocional del mundo. .
   Como hace el agua sobre la roca, es la constancia y no la fuerza la que finalmente  suaviza  asperezas.
   Esta tarde he  llegado a la conclusión de  que hacerlo es además una  excelente medida preventiva  que   salva de  la contagiosa condición de sentirse muerto, que algunos por ahí llaman  "depresión".

¿Cuál es la clave para una buena vida: Dr. Robert Waldinger (psiquiatra)


Agradezco en todo lo que cabe a mi amiga Tere por tan valiosa sugerencia.

Si hubiéramos llegado a viejos juntos: María del Carmen Maqueo Garza

Si hubiéramos llegado a viejos juntos, no sé, tal vez tú  tendrías el cabello blanco, y usarías unos lentes que andarías perdiendo a cada rato aunque los trajeras prendidos al cuello.
   Caminaríamos juntos de la mano con un paso lento y  gracioso, balanceándonos de uno  a otro lado como se mecen los botes en el agua calma.
  Nos encontraríamos  algún amigo, y si no tú lo harías en el camino, del primer  desconocido que se cruzara enfrente, y platicaríamos con él.
   Nos arrebataríamos la palabra al contar aquello que pasó hace muchos años y que la falta de memoria volvió confuso.
   Discutiríamos, tal vez de religión, o sobre las tortugas, las galaxias, o el sentido último de la vida, tú con tu punto de vista, yo con el mío,  tal vez sin  convencernos uno al otro…
   Reiríamos de cualquier cosa como niños, sabedores de que lo más bello de la vida no cuesta nada.
   Y yo podría hallar la  cuadratura al círculo más redondo y entender que nada es tan complicado como parece, después de verme reflejada en el espejo de tus ojos. 
   Compraríamos una paleta helada, tú de limón y yo de tamarindo.
   Nos sorprenderíamos diciendo a dueto, frente a una imagen cualquiera que se volvería especial al descubrirla: “Está para foto”, y entonces lamentaríamos no llevar tu pesada Pentax con su juego de lentes para capturarla.
   Y nos sentiríamos felices de saber que los hijos heredaron de nosotros algunos gustos, como la fotografía o el amor por los libros y la música.
   Nos sentaríamos en una banca de la plaza a ver pasar la vida, y los perros y los niños.  Seríamos cómplices de los jóvenes amantes recordando que alguna vez también lo fuimos.
   Regresaríamos a casa al caer la tarde, con nuestros achaques haciéndose mutua compañía, tomados de la mano, con nuestro andar gracioso y lento, como botes pequeños sobre el agua mansa.
   Seguiríamos siendo cómplices de alguna travesura, los mejores amigos. Tú me contarías historias, yo te leería cuentos.
   Al caer la noche, con la luna llena,  nos amaríamos bajo las sábanas  de la manera más tierna, hasta que el sueño nos venciera.
   Y ya para dormir lo haríamos  tomados de la mano para volver a hallarnos entre sueños, y si esa noche  la muerte sorprendiera a alguno de los dos, el otro pudiera decir que estuvo hasta el último momento con su amado.
   Todo esto hubiera sucedido si hubiéramos llegado a viejos juntos...
   Y si hoy te lo cuento es porque sé que no estás en un frío cajón como dicen los que no creen en unicornios ni saben de  prodigios.
   Yo te encuentro en cada amanecer cuando cantan las aves, cuando  paso frente a un patio lleno de geranios rojos en botes de hojalata, o cuando inundan mis pupilas los cenizos en flor después de la lluvia.
    Te encuentro en las canciones de Silvio que tantas veces entonamos juntos. Al escucharlas estás aquí, junto a mí, con tus ojos llenos de sonrisas para decirme que lamentas haberte ido antes,  no haber podido esperarte para llegar a viejos juntos, y poder reírnos  de la simplificación de  las cosas que antes eran complicadas, y la complicación de las cosas que hasta hace poco eran tan sencillas...  esos cambios que sin remedio  va trayendo la edad...


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Parcialmente Nublado: Video inspiracional.

"El asunto es no darnos por vencidos", podría ser el mensaje de este simpático video.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



¡Algún día festejaremos al amor como la fuerza que realmente mueve al mundo!

Veremos entonces que nos importará realmente el prójimo como nosotros mismos, tendremos una sociedad donde el poseer y el dominio no serán las metas.

Un día seremos iguales no solo ante los ojos de Dios, sino de nosotros mismos, sin tener que esperar que sea la muerte la que marque para todos el mismo final; en vida aprenderemos a encontrar en la gente sus valores, más allá de sus pertenencias y de su jerarquía.

Sabremos ese día reconocer virtudes y no buscar imponer respeto o admiración por los bienes materiales que hemos adquirido, sino por los valores que hemos vivido y transmitido.

Algún día daremos al amor el lugar que tanto pregonamos ocupa en nuestras vidas, se levantará triunfante reclamando el sitio que le han usurpado la ambición desmedida de poder y riquezas. Festejaremos el amor, sintiendo que es ese el principio real de nuestras vidas, nuestra meta, nuestro motor, aquello que no muere con nosotros porque sigue viviendo en cada corazón de los que amamos. Algún día, reconoceremos en el amor nuestro mayor poder, nuestra mayor riqueza, y festejaremos habernos encontrado con nuestra real naturaleza.

Cuando sea el amor la fuerza que mueve al mundo, seguramente la humanidad habrá encontrado quién la conduzca con rumbo fijo y un mejor destino.

"Si ella me faltara alguna vez" con Pablo Milanés

Una hermosa canción de Pablo que me hallé entre unicornios y mariposas, muy propia para la ocasión.