domingo, 16 de octubre de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

¿APARENTAMOS O AVANZAMOS?
Según los avances que ha tenido la humanidad podemos viajar en el tiempo desde la Edad de Piedra hasta la Aldea Global, pasando por las diversas eras según se logró encender fuego,  fundir metales, industrializar a gran escala, o comunicarse de manera masiva, dejando atrás los antiguos escribanos y calígrafos.  Con mi imaginación veo todos estos procesos como ruedas de una delicada maquinaria de relojería que, conforme pasa el tiempo se van haciendo cada vez más pequeñas, de modo tal que avanzan a una velocidad cada vez mayor.
   Bajo esta óptica los cambios que ha tenido la humanidad a partir de los años noventa del siglo pasado, cuando la Internet desarrolló  el concepto de hipervínculo han sido cada vez mayores. (Hipervínculo,  doy clic a una palabra o frase que leo en un texto en la red, para  conectarme a otro sitio, y de allí a otro y a otro). Con los hipervínculos  la Internet dio algo así como un salto cuántico,  para constituir la Aldea Global de la que todos somos parte, tan vasta y compleja, que ahora tenemos algo nuevo que aprender cada día.
   Un elemento notable en el escenario digital de este siglo 21 corresponde a la imagen que damos a conocer a través de la red. Ahora cuando es sencillísimo tomarnos una fotografía con el teléfono móvil, editarla y subirla a cualquiera de las redes, comenzamos a tomar conciencia, de hasta qué grado una imagen puede hablar acerca de nosotros, y como maniquíes en aparador, nos esmeramos en lucir nuestro mejor gesto y las galas  domingueras para adornar esa imagen, de manera que, cuando hable de nosotros, lo haga bien.
   Lo contradictorio es que en ocasiones se apuesta todo a la imagen, descuidando hacerlo a la propia persona.  Para ejemplos  hay muchos, digamos la del político que gasta grandes sumas de dinero del erario público en publicidad para sacar “spots” televisivos, anuncios espectaculares y demás, para decir  que hace aquello que en la vida real dista mucho de cumplir.  Ejemplos por desgracia sobran en lo que a funcionarios públicos se refiere, como si apostar a la imagen o al enunciado politiquero fuera suficiente para gobernar un pueblo y hacer desaparecer como por arte de magia los problemas lacerantes que se están padeciendo  día con día.
   Ahora bien,  volviendo a nosotros, “ciudadanos de a pie”, pareciera que nuestra búsqueda por una identidad propia que nos satisfaga incluye ahora el mundo virtual. En otras épocas esa definición de  la propia persona la hacíamos desde la adolescencia a través de charlas con los amigos, conferencias o lecturas de libros, y ahora damos un brinco a la red.  En este afán de  presentarnos frente a los demás echamos mano de reflexiones que hablan de aquellos ideales a los que aspiramos, mismas que colocamos en nuestro muro como para no olvidarlas. En lo personal me  llego a topar con personas que se manifiestan, digamos, sumamente religiosas o  filosóficas y  publican preciosidades acerca del amor al prójimo, pero cuando te las topas en la calle  no te saludan, o bien olímpicamente te voltean la cara y te ignoran.  En esos momentos pienso que tal vez en su imaginario haya dos tipos de “prójimos”, el prójimo que sí   los merece y el que no está a la altura… Porque de otra manera hallo incongruente lo que se dice frente al modo como se actúa, y por eso, más vale ser discretos al  expresarse, en vez de hacerlo a voz en cuello, para luego resultar blanco de críticas.
   Ahora que esto escribo recuerdo a mi señor padre allá por 1975, cuando publicaba mis primeros artículos periodísticos; a raíz de algún comentario muy moralista que puse (porque en ese tiempo, recién salida del cascarón, confieso que era muy moralista).  Después de leerlo me dijo mi señor padre: “Cuídate de lo que dices, porque con la vara de tus propias palabras vas a ser medida por los demás.” ¡Y vaya que tenía razón el viejo! De modo que en estos poco más de cuarenta años como columnista me he cuidado de emitir condenas que del mismo modo como son lanzadas pudieran revertirse en mi contra.
   Viene a mi mente un cuento de Jorge Luis Borges llamado “El Jardín de los Senderos que se Bifurcan”,  el cual habla de dos realidades, que para el caso que nos ocupa son la verdadera y la virtual.  Claro, en el cuento un ejército que probaba una vía o la otra, finalmente llegaba a un mismo resultado, que era  la victoria, algo que como bien sabemos, no sucede fuera de la ficción.  Ser de un modo en las palabras y de otro en los actos, en este mundo nos lleva a complicaciones de todo orden, que   mucho entorpecen la convivencia.
   ¡Cuánta falta hace en nuestro mundo la congruencia entre el ser, el hacer y el decir! La congruencia renueva la confianza, oxigena, tiende puentes y finalmente construye esa sociedad que todos anhelamos tener.

Reflexión personal por María del Carmen Maqueo Garza


Cuando te notifican que tienes cáncer  experimentas algo similar a lo que sentirías si vienes en  tu vehículo  a gran velocidad, y  paras en seco.
   Te das cuenta de un solo golpe de  lo frágil que  es la condición humana.
   Como una gran epifanía en ese momento comprendes que la vida tiene un sentido último más allá de lo meramente material.
   Surgen mil preguntas existenciales tratando de entender cómo es que están conectadas tu anatomía y esa parte inmarcesible que se llama espíritu.
   Es cuando comienzas a estar consciente –segundo a segundo-- del paso del tiempo, y te propones aprovecharlo al máximo.
   Percibes en tus propios tejidos los destrozos que la enfermedad es capaz de generar, pero te resistes a darte por vencido.
   Así entiendes que los tratamientos son necesarios, pones toda tu fe en ellos, pero antes que todo te abandonas en los brazos del Padre.
   Es esos trances cada pequeño avance es un gran logro, y hasta una gota de agua en el momento de mayor necesidad, es vasta como océano.
   Con relación a esta palabra maldita hay un antes y un después.  Ambos tiempos son bendiciones. Soy de quienes piensan que la segunda es  aún mayor.
   Hoy doy gracias a la vida por haberla puesto en mi camino.

Por nuestros enfermos, sobrevivientes, familiares, cuidadores y personal de salud, quienes lidian en forma cotidiana con la palabra “Cáncer”.
A la memoria de aquellos compañeros de lucha que se han adelantado en el camino.

Les Luthiers: Recitado gauchesco o "Aires de Manguera".

"Fallido": Minificción de Julio Torri


Una vez hubo un hombre que escribía acerca de todas las cosas; nada en el universo escapó a su terrible pluma, ni los rumbos de la rosa náutica y la vocación de los jóvenes, ni las edades del hombre y las estaciones del año, ni las manchas del sol y el valor de las irreverencias en la crítica literaria.

Su vida giró alrededor de este pensamiento: “Cuando muera se dirá que fui un genio, que pude escribir sobre todas las cosas. Se me citará —como a Goethe mismo— a propósito de todos los asuntos.”

Sin embargo, en sus funerales —que no fueron por cierto un brillante éxito social— nadie le comparó con Goethe. Hay además en su epitafio dos faltas de ortografía.

Una forma más de salvar al planeta: Charla de Zaria Forman

Para quien lo prefiera, activar subtítulos, y luego en configuración, elegir español.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


La gente está muy ocupada, trabaja, trabaja demasiado y no hay tiempo para compartir con los demás. 
   Entre el trabajo, la rutina ajetreada, el tráfico,los bancos, la gente está agobiada. 
   Apenas hay tiempo de separar la vista de la computadora o del celular, hay demasiado que hacer y perder un momento en una charla, o en averiguar si al otro algo le pasa, o cómo se siente, si nos necesita, o peor aún tan solo para una plática trivial, es tiempo perdido. 
   La vida exige, no puedes pensar más que en producir y eso de las relaciones humanas que no persiguen un fin que redunde en satisfactores materiales, son solo tiempo desaprovechado. 
   Se trabaja por necesidad y el tiempo libre que es muy poco, se invierte en parte en hacer ver lo mucho que se trabaja. 
   Ocioso aquél que se asoma a nuestra puerta tan solo para ser escuchado, o para que se le otorgue un tiempo para divagar sobre temas intrascendentes. 
   Hay gente así, que gusta de hablar por hablar, de sí mismo, de lo que necesita o lo que siente, que no entiende que la gente está muy ocupada e insiste en ser escuchada.
   ¡Que se ponga a trabajar! que el trabajo dignifica, ¿quién diablos tiene ahora tiempo de adentrarse en necesidades ajenas? menos aquéllas que toman tiempo en entenderse, porque vienen del alma. porque requieren más de dos minutos y capacidad para poderlas comprender. 
   ndigno debe ser entonces darse tiempo para alimentar el cariño, para dar amistad, porque eso, eso si requiere trabajo, que pocos consideramos se nos pueda remunerar. 
   Hoy domingo, por cierto no se trabaja, pero lo que la gente quiere es descansar, desconectarse de todo y de todos.

Música pop interpretada por 12 cellos de la Filarmónica de Berlín