DE SOCHI A LOS PERRHIJOS
Los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi son un pálpito vivo del estado actual del mundo. Para estos Juegos de Invierno, considerados
los más caros de la historia, se identifican
grandes contradicciones, que analiza Pablo Machuca, del Huffington Post: 1)
Coerción a los Derechos Humanos y a la Libertad de Expresión; está visto que
todo tipo de comunicación es vigilada y en su caso sancionada, tanto a
distancia como en la vía pública. 2) La
sombra del Terrorismo se cierne sobre el evento, durante el desarrollo de la ceremonia
inaugural un individuo intentó
secuestrar una aeronave turca que volaba de Ucrania a Estambul, para desviarla
a Sochi. 3) Un claro rechazo a todo tipo
de manifestación pública de carácter homosexual, lo que contrasta en la
inauguración con la selección de música de Tchaikowsky, gran compositor ruso
cuya orientación sexual es bien conocida. 4) Las claras muestras de maltrato animal, lo
que ha resultado en un total rechazo de grupos defensores de la vida
animal. Contrario a lo que se anunció en
un inicio, que los perros se colocarían en albergues, hay evidencia de que
fueron exterminados. Aun así, de acuerdo a un reportaje del Washington Post, el
día previo al inicio de las competencias pudieron observarse animales
callejeros próximos a las pistas y a distintos hoteles de la ciudad rusa. 5)
Fallas en la organización: Han venido circulando por redes sociales imágenes
que ponen en entredicho la capacidad de
los rusos en los acabados de las diversas
instalaciones olímpicas. Dentro de la
misma red varios sitios especializados establecen que no todas las imágenes
corresponden a Sochi, concluyendo
entonces que fueron injertadas maliciosamente entre imágenes reales, para desacreditar
la organización de aquel país.
Todo ello
ha dado lugar a suspicacias, inquietudes y diversas leyendas urbanas. Con
relación a la prohibición para la entrada de pasta de dientes al país,
inicialmente se dijo que no se permitía su ingreso para prevenir que fuera utilizada en la
fabricación de explosivos, y a últimas fechas se corrió el rumor de que podrían
contener ántrax. Algo similar sucedió
con el yogurt que llevaban para su consumo los atletas norteamericanos, producto cuyo
ingreso a Rusia fue prohibido de manera tajante.
Entre
dimes y diretes esta ciudad situada entre las montañas del Cáucaso y el Mar
Negro habrá de ser por espacio de dos semanas más, el centro de atención del
mundo. Dentro de la declaratoria
inaugural, tanto el presidente ruso Vladimir Putin, como el presidente del
Comité Olímpico, Thomas Bach, hicieron un llamado a los seis mil deportistas de
88 países que participan en el evento, a la armonía, la tolerancia, la
paciencia y la no discriminación, para
una el logro de una paz tan necesaria.
La
apreciación de un evento con tantos altibajos es un escenario más de lo que a
la fecha son relaciones cada vez más
complejas entre los seres humanos. Más
allá de una sana convivencia, éstas tienden
a convertirse en una interacción de intereses personales en donde nadie quiere ceder. Los ciudadanos que constituimos la “Aldea Global” compartimos
un perfil, y entre otras cosas nos
mostramos poco dispuestos a conceder el
justo valor a los intereses de otros, pretendiendo que sean los propios intereses
los que determinen aquello que sucede en
nuestro entorno. Algo que se da entre individuos como entre naciones.
Así pues,
no nos extrañe pues que los jóvenes se inclinen a favor de las relaciones
casuales o poco formales, y que cada vez se animen menos a tener hijos. Partiendo de lo dificultoso de las
relaciones con los semejantes, y la
atención cada vez mayor que se ha venido dando al comportamiento de otras especies animales, surge el concepto de “perrhijos” que va ganando popularidad en el mundo. Los jóvenes consiguen una mascota a la que
tratan como el mejor amigo, o como el hijo, desde el día en que entra a la casa
hasta cuando muere. Esas cualidades
preciosas que batallamos cada vez más para identificar en humanos, resultan muy evidentes entre perros y
gatos. Tal es el caso de la lealtad, la
paciencia o la tolerancia.
En torno
a esta novedosa concepción comienzan a surgir negocios como estudios fotográficos o “spa” para mascotas,
organización de fiestas para perros o gatos, o servicios funerarios con todo lo
necesario para despedir y preservar de la mejor manera los restos de la amada mascota.
Es interesante contrastar los dos
escenarios, el de los Juegos de Invierno más caros de la historia que llaman a
la paz y a la tolerancia en un ambiente contradictorio, frente a la tendencia a
humanizar a nuestras mascotas, en las
que parecemos encontrar cada vez más aquellos atributos que la humanidad ha ido
desatendiendo al paso del tiempo.