sábado, 26 de mayo de 2012

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

DOS ROSTROS,  UN MISMO PROBLEMA
 “La Primavera Mexicana”,  movimiento estudiantil que inicia  a partir de la visita de EPN a la Universidad Iberoamericana el pasado viernes 11, ha puesto  a México en el  concierto mundial a lo largo de estas dos últimas semanas.  Quizás lo que disparó las primeras reacciones entre universitarios fue la afirmación del tricolor de que  no se trataba de estudiantes, sino de “acarreados”, luego de lo cual pretendió minimizar el incidente, presentando   los hechos en redes sociales groseramente editados,    a favor del candidato en cuestión. A partir de tales incidentes los estudiantes, sin distingo de universidades de origen o lugar de residencia,  vienen haciendo  frente común para manifestarse en planteles, calles y redes sociales,   expresando su inconformidad frente a manejos políticos  e informativos que los han llevado al hartazgo. Un  segmento de la población  que hasta hace poco  percibíamos  apático frente  al proceso electoral,  ha levantado  la voz y expresa su descontento  por el estado que guarda la política de cara a las elecciones del primero de julio.
   No hallo sentido en  reproducir lo que ya han abordado de manera clara notables comunicólogos.   Sólo cabría hacer notar que en voz de estos jóvenes están señalamientos que nosotros, sus padres,  nunca nos  propusimos externar con la valentía con que ellos ahora lo hacen.
   Mi reflexión de hoy va en otro sentido.   Partiendo precisamente de la fuerza que tiene la voz de los jóvenes frente a un proceso electoral, al punto  que marcará un hito en la historia del México moderno, quiero señalar  situaciones en las que dicha voz no desempeña un papel digno.  A través de redes sociales, parapetados por el anonimato, surgen quienes dan rienda suelta a su más perversa expresión, para vergüenza de todos. 
   El eclipse anular de sol que ocurrió el pasado  domingo 20 de mayo, fue uno de esos fenómenos naturales que nos proporcionan a los humanos un sentido de amplia pertenencia.  Durante el tiempo en que lo esperaba vino a mi memoria el gran eclipse de marzo de 1970, tal vez el primer fenómeno natural de relevancia que transmitió la televisión en blanco y negro  desde el Istmo de Tehuantepec para México y el mundo.
   En esta oportunidad, luego de tres intentos infructuosos de visualizarlo de manera directa, me conecté  vía Internet,  a través del canal norteamericano “Ustream”. Para mi sorpresa  descubrí que, de los más de 350,000 internautas que en algún momento accedimos al sitio, una gran proporción éramos hispanohablantes.
   En aquella prolongada espera de la señal proveniente de Reno, Nevada,  donde las nubes en algunos momentos ocultaron el campo con la imagen que  ansiábamos ver, comencé a leer el chat del sitio, que se daba fundamentalmente en español.  Por el modo de expresarse pronto identifiqué que una parte considerable de los hablantes eran jóvenes, y más delante pude distinguir de entre ellos mexicanos, colombianos, peruanos, argentinos y chilenos.
   Los voluntarios que gentilmente  nos regalaban la transmisión en línea desde  sus telescopios hablaban entre ellos, o bien se dirigían a nosotros en Inglés dando pormenores de lo que ocurría.  Comenzaron a aparecer en el chat comentarios peyorativos en su contra, argumentando que ya se callaran, o bien, ante cualquier falla de la emisión, señalamientos poco corteses.
  Avanzaba la espera, y  en la conversación fueron apareciendo términos vulgares relacionados con partes anatómicas, desviaciones sexuales,  y expresiones  cargadas de abierta hostilidad.  Fundamentalmente provenían de jóvenes mexicanos, algo que deduje al leer  palabras que en México son albureras, y en otros países no.  Más de cinco o seis veces algunos jóvenes del Cono Sur preguntaban a nuestros paisanos qué significaban ciertos términos que para nosotros tienen  una franca connotación genital.
   A partir de ese punto comenzó a  manifestarse una agresión por parte de dos chavos mexicanos en contra de varios chilenos.  Mientras que los últimos  expresaban su enojo en términos de “ya cállense”, los nuestros comenzaron a incluir ofensas asquerosas  en contra de las progenitoras de los sudamericanos.   Otro chavo, ante cualquier cambio en la imagen de la luna hacía mención de su miembro viril,  una especie de onanismo exhibicionista en línea.
   Como persona  adulta me enorgullezco de los jóvenes que han marcado un “hasta aquí” a la podredumbre de un sistema que está muy lejos de  ofrecerles garantías para su futuro.  Me veo en el espejo  de sus jóvenes demandas y  reconozco que su lucha debió haber sido la propia desde tiempo atrás, y que lo menos que podemos hacer nosotros  es respaldarlos.
    A quienes se desfogan a través de la red,  los  percibo como una manifestación menos afortunada del mismo problema: Los hemos abandonado a su suerte;  fantasean con un poder que quisieran tener,  el teclado es su fetiche, y transitan a través de un laberinto sin fin, que amenaza con engullirlos.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

La Tierra
La fotografía más reciente del planeta Tierra es espectacularmente bella.
Se ve una esfera casi perfecta, pletórica de espacios y recursos.
Se advierten continentes, macizos océanos inmensos y bosques.
Más bello aún, desde el espacio no se ven fronteras, guerras ni terrorismo.
Todo a plenitud para vivir, alimentar y hacer producir a todos los pueblos.
Los alimentos y el agua necesarios, las áreas de cultivo y pastoreo.
El planeta es la casa hospitalaria y generosa de la humanidad.
Es el hombre el que instala en ese bello planeta el egoísmo y el interés mezquino.

Queda prohibido de Pablo Neruda, en voz de Ricardo Darin

Poesía costumbrista: CARTAS DE MUCHOS por El Indio Duarte.

Acabo de escuchar en voz de Raymundo Capetillo esta milonga campera  del argentino Antonio Comás conocido bajo el seudónimo de "El Indio Duarte", poeta, actor y trovador fallecido en 1965.  Investigando un poco de su vida y obra encuentro con que ésta última se ha transmitido en gran medida mediante tradición oral, existiendo pequeñas variantes en las transcripciones publicadas.  No es de extrañar entonces que se hallen inconsistencias entre este texto y algunos otros relativos a  la misma poesía.   Conmueve su contenido, y más nos conmovió  escucharla en labios de Raymundo Capetillo. M.C.

Hermanito de mi vida perdóname esta aflojada
Mi saludo es un pañuelo
voy a decirte adiós en mi carta
yo no sé qué me ocurre…, ni sé qué me pasa
me tiro del catre al suelo me echo en el catre de espadas
quiero llora’ y no puedo,
quiero respirar
y me ahogan estos nudos misteriosos que las amarguras atan.
Estoy solito en mi rancho
Me he queda’o solo en la casa
Ladran los perros afuera
Como si i’biera  fantasmas
Y alumbran mis pensamientos
Candiles de luces malas.
¿Te acordás?
¿Te acordás de mí,  Justino,
el pobre hijito de mi alma
ocho años, mi nombre tenía
y  despertó una mañana
con los ojos escondidos
y  el cuerpecito echando llamas.
¡Me muero tata!- me dijo
¡Me muero mama!- gritaba
tengo una sed de martirio,
siento un fuego que me abrasa.
Léame las cartas tita
¡agua, agua, agua! mama
¡agua, agua, agua! Tata.
Volé en mi caballo al pueblo,
siete leguas de distancia,
siete puñales de punta,
metidos en la garganta,
y  el grito de m’hijo adentro:
De ¡agua mama! ¡Agua tata!
Le expliqué  al doctor el caso,
él se sentó en la retranca.
Que el camino era muy fiero
que se iba a quedar en llantas.
La ciencia no es del pueblo,
la ciencia no es de los pobres,
la ciencia no anda a caballo…
Por esos mesmos caminos
‘onde los médicos no andan
cruza al galope la muerte,
va y viene la desgracia.
Me hizo dar en la botica,
un frasco de limonada,
y que trujese al enfermo
cuando la fiebre pasara.
Volví
como vuelve un pobre en iguales circunstancias,
el corazón en la boca
y  la tristeza en el alma.
El médico no venía,
no por que fuese tan mala
la senda que va a mi rancho,
sino porque me faltaba…
¡Me faltaba con qué pagarle!
Con qué pagarle a la ciencia
siete  leguas de distancia.
La fiebre duró poquito
se le acabó una mañana,
entre un cantar de sorsales
y el suave clarear del alba.
La madre abrazada a su hijo,
mi hijo la frente helada,
y  yo sin voz ni presencia,
parado al pie de la cama.
Poco después de enterrarlo,
comenzó a turbar Juana.
Se lo pasaba llorando,
se lo pasaba callada,
se lo pasaba riendo
con los ojos en el aire,
con los brazos avanzados,
lo mesmo que si  acunara contra su pecho
una criatura dormida…
¡Ansí se me fue!
¡Ansí se me fue  la pobre!
¡Ansí la tierra la guarda
con los brazos sobre el seno, acunando
acunando mi  desgracia!
Estoy solito, estoy solito en mi rancho,
me he quedao’ solo en la casa.
Ladran los perros afuera
como si i’biera fantasmas,
y  alumbran mis pensamientos
candiles de luces malas.
Hermano, hermano,
habla por mí, habla por mí  si mañana
dicen que soy un bandido,
un mal hombre, sin entrañas…
j’ui cordero y me hacen puma,
j’ui buey y me he puesto garras.
¡Haaaaaaaaaaaaaaa!,
¡Que pronto que viene el día!,
¡Que pronto que viene el día!
Si es cierto que hay un Dios
que corte el alba, que corte el alba y ese grito,
ese grito, de agua
¡Agua mama! ¡Agua, agua, agua tata!

VIOLETA PARRA: Me gustan los estudiantes

CARTA DE JOSÉ QUICHE PARA CARLOS MORALES

El género epistolar conserva su profundo valor en  tiempos cuando  la tecnología   quisiera   privarnos de  la extraordinaria  oportunidad de  vagar sin prisa por los caminos de las palabras, hasta tocar la entraña del más hondo sentimiento. 
  Un gran amigo peruano, el Dr. Carlos Morales comparte la carta que le ha hecho llegar otro colega y compatriota suyo, el Dr. José Quiche.  Ambos recuerdan parte de su juventud marcada a sangre y fuego, para  finalmente pasar a   constituir  el cimiento de una nación próspera y pujante, mas no por ello menos  sensible, siempre con la poesía a flor de piel. M.C.

Carlos: es de madrugada y ya  se  insinúan las gélidas y brumosas noches en Lima. Es muy cierto que vivimos sumergidos en  una nube gris, que en invierno es impenetrable al brillo y calor del sol. Se comprueba cuando un avión nos aleja de ella o nos retorna. En mi esto tiene un efecto de melancolía, me predispone al recuerdo lejano en el tiempo, a la añoranza de momentos que sin duda fueron mejores, por su circunstancia por el lugar, por lo sentimientos que envolvían. Vivencias  plenas de vida, de calor, impregnadas de optimismo  juvenil, de alegría  espontánea, natural, franca. El futuro, ignoto, pero sin despertar temor, era nuestro. Y en base a trabajo, estudio, constancia y a cambios  oportunos y audaces, confiados en nuestras aptitudes, lo fuimos construyendo a nuestro parecer gracias a que vivimos en libertad. Y a quien supo usarla le fue  bien. Nos tocó  sufrir una dictadura, es verdad; pero que con marchas y contramarchas nos  permitió realizarnos. Esa apasionante década del 70, grávida de legitimas ambiciones de jóvenes que habían nacido en la post guerra y empalmaron con la guerra fría, en una Latinoamérica plagada de dictaduras, jóvenes para quienes la democracia era una entelequia, y que fueron, me incluyo, cautivados por las doctrinas socialistas impulsadas, y divulgadas por los comunistas criollos, uno de los cuales es actual viceministro de salud, luchamos en las calles por la vuelta al estado e derecho. Así fue como en  el 78 recién estrenamos nuestra libreta electoral. Fue una década heroica; de resistencia al poder de facto. Pero matizada con deporte, cultura, música, baile, trasnochadas, cuando no había toque de queda. Época de audacia, de arriesgarlo todo por nada, tiempo de entregar el corazón, de promesas para siempre que nunca se cumplieron, o de uniones que han resistido al tiempo y sus embates. Y todo con un mar de fondo, un dulce rumor de infinidad de canciones de  la época, las mas bellas baladas de Feliciano, José José, Nicola di Bari, Perales, por citar unos pocos, de bandas de rock como Santana y los extraordinarios Bee Gees; fue una época de oro de  la salsa y sus cultores, infaltable en las  fiestas en honor a losveintitantos de los compañeros, a las que  "caíamos" después de clases. Mención especial para la música trova, la social, de protesta que los sanmarquinos entonábamos en las marchas, aquellas marchas ¿Quién se libró de  la experiencia de ser correteado por un policía? ¿O de un varazo por la espalda? Siempre me situé en la primera fila, y mi voz por entones fresca y sonora respondía a las arengas, y las primeras bombas las devolvíamos antes que estallen, luego venia el chapuzón y el  desbande por doquier. Si daba tiempo regresábamos a Cangallo, a almorzar. Todo lo evoco, querido amigo, en un compendio aglomerado de recuerdos, visiones añoradas de la juventud, muy lejos aún de los años aciagos, de los golpes "tan  fuertes" de la  existencia, de los cambios jamás imaginados, a todo lo que debo enfrentar con valor, con fe, y por qué no, con gratitud al Creador, que me sigue regalando la vida, con lo que ya tengo bastante. Pero sé que un día soleado, no muy lejano, volveré a correr, veloz, "como un cervatillo por el monte". Es una promesa en la que creo absolutamente, pues su autor jamás mintió ni dejó de hacer lo que se propuso.

José Quiche

Genki Sudo en la ciudad de México